Amigos,
Escribo desde Mendoza para comentar algunas cosas que se me pasan por la cabeza a propósito de los textos que hemos posteado en el blog. Por el momento hemos sido Igna, Lu y yo los valientes. Si este es un proceso de conocimiento, me creo autorizado a decir que a Igna lo conozco bastante, a Lu la estoy conociendo y tengo la mejor o la peor perspectiva para conocerme a mí mismo. Sea como sea, sin dudas funciona, y me parece una experiencia muy gratificante recorrer los textos buscando a las personas que los escribieron. Mi modus operandi es leer el texto antes de saber quién lo escribió: en mi caso acerté sin margen de dudas (jojo), en Igna estuve bastante seguro y en Lu no tenía la más pálida idea. Me gustaría (recorrer el camino para) saber si algún día podré terminar de leer un texto y decir "esta es la alborotadora de Estefi" o "aquí está el mulficético Lukaka", o etc. Sería muy lindo que sucediera así.
Algo de lo que hablamos con Lu hace unos días es que en los primeros tiempos, si queremos que esto funcione, vamos a tener que ponerle empeño. Puede que a veces no surja con suficiente facilidad el escribir, o aportar lo que sea que se tenga para aportar; pero creo que hasta tanto esta iniciativa haya agarrado un envión que la autonomice (¿existirá esa palabra? Debería existir) de la necesidad de forzarnos (siempre en la menor medida posible) a compartir contenido, va a haber que pelear un poquito. Creo que el potencial del grupo (que creo haber percibido claramente en Che Camilo, a pesar de la inapropiadísima banda sonora) amerita el sacrificio.
Entonces vamos, mis valientes, vuelvo a invitarlos a cumplir la subconsigna. Así podremos ir conociéndonos y así haremos dar los primeros y trabajosos pasos a este gigante recién despierto que es el grupo. Claro, así sucede a la mañana (¿no Igna?), los primeros pasos son los más trabajosos, el mundo está más frío que el cálido abrigo de las sábanas, se siente palpable la pugna entre la planta de nuestros pies y el suelo que busca sacársenos de encima y hacernos caer hacia arriba, uno siente la vida como lo haría un submarino en el desierto o un camello en el fondo del mar; pero esa sensación se va disipando, y cuando queremos darnos cuenta, estamos viviendo sin darnos cuenta.
Entonces vamos, adelante, nos invito a dar los primeros y más trabajosos pasos, y agrego una promesa de campaña: cuando el grupo se haya despabilado, lo que ahora supone forzarse a lo que uno nunca, pero nunca, debería ser forzado, será tan natural y necesario como el agua que respiramos (claro que la frase no es así, pero una vez una amiga lo dijo así y me dio tanta gracia que lo repito unos 10 años después; igual, se entiende).
Abrazos!
Pd: el mundo entero cabe dentro de un "lo que salga".
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